Descubriendo nuestro yo
al navegar extasiados sus avenidas...
Ellos nos conducen
y nos dejamos llevar...
Desnudos,
sin caretas,
frágiles y regados de luz,
cada instante es recuerdo
cada palabra es eco sonoro...
En silencio de velan nuestros trazos más íntimos...
Nos recrean y nos vuelven cómplices de sus secretos...
Derrumban para siempre
a línea divisoria con nuestro yo
al dejarnos atrapar por su magia.
Los descubrimos al mismo tiempo que paseamos en profundidad
por los nidos cerrados de nuestra alma.
Son la única aventura personal
donde el viento se vuelve mano para guiarnos,
punta de lanza,
arco iris
y soledad.
Todo el planeta y mucho más para nosotros
a través de su roce,
en el tacto de sus hojas abiertas,
en su voz intermitente
que nos interroga.
Toda la certeza humana de vida
y amplitud de paisajes,
duerme feliz en cada uno de ellos.
(Reservamos esta página para dejar constancia
de ese viaje.)
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