El ángulo de sus caras detrás del tiempo y las noches sin palabras,
las manos en los bolsillos
el reloj...
En sobremesa otro trago de jerez,
otro tango
otra pizca de emoción quizás...
La rutina se sirve del piano y las aves disecadas,
no deambula estaciones,
es sólo invierno o verano
sin llegar a la puerta,
es sólo paredes o platos vacíos...
Por eso, ellos abrieron un surco momentáneo
para seguir...
Armar el mundo en dos palabras es lugar común
que sólo entienden los poetas...
Todavía una oportunidad para dejar ese paisaje clandestino,
y entrar a las olas que perdieron...
La vida se vuelve carga y aplasta impunemente tus moléculas,
cuando ocultas y aprisionas el amor,
de allí el vértigo, el vacío,
el espacio frágil, inútil
la excusa siempre para no llorar...
y ellos lo saben.
En sobremesa sus manos se atrapan
como si todo fuese posible,
hasta inventar el amor....
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